BLOG DEL LABORATORIO DE FORJA

ACERO 3 BELLOTAS

Un sello que hablaba sin palabras

Durante décadas, ver el símbolo de las Tres Bellotas era un símbolo de confianza para los que compraban una herramienta de verdad. No siempre estaba grabado en el acero, de hecho, no he encontrado constancia de que se hiciera de forma sistemática en machetes, azadas o hoces, pero podía encontrarse en etiquetas, mangos de madera o incluso en el embalaje. Aun así, su presencia decía mucho más de lo que parecía. No era solo una marca comercial: era sinónimo de confianza, y de un acero bien hecho.

Y para muchos herreros, durante años fue un símbolo de  garantía.

Por que sí, el acero Tres Bellotas se vendía.

Bellota y su acería

En 1931, Bellota instaló su propia acería en Legazpi (Guipúzcoa), basada en un horno de arco eléctrico. Este fue un cambio muy importante. En lugar de comprar acero como hacían otros, lo fabricaban desde cero. Elegían la chatarra, la fundían, la afinaban y la convertían en muy buenas  herramientas.

La materia prima podía ser chatarra de alta calidad, hierro de primera fusión, obtenido directamente del mineral de hierro en altos hornos, o incluso arrabio, un hierro fundido con alto contenido en carbono. Todo esto se fundía en el horno eléctrico, que permitía un control muy fino sobre la energía y la composición química.

Durante la fusión, se eliminaban impurezas como azufre y fósforo, y se realizaban análisis periódicos del baño metálico con cucharillas de ensayo.  En aquella época no se disponía de espectrometría moderna ni de análisis por combustión como los conocemos hoy. Lo que se hacía era extraer pequeñas muestras del baño y analizarlas en laboratorio mediante métodos clásicos de química analítica: volumetría, gravimetría o combustión controlada, midiendo los gases liberados para conocer el contenido de carbono. Estos análisis eran más lentos, pero permitían afinar de forma bastante precisa la composición del acero. Según el resultado, se corregía la carga: se añadían materiales carburantes como grafito si hacía falta subir el carbono, o se oxigenaba el baño si había que reducirlo.

Durante la fusión en el horno eléctrico, si el baño metálico tenía más carbono del deseado, por ejemplo, si se había usado arrabio o chatarra con mucho contenido en C, se oxigenaba controladamente el baño. Ese oxígeno reaccionaba con el carbono formando monóxido o dióxido de carbono, que se liberaban como gas.

Pero para que esa reacción se produjera de forma eficaz, hacía falta una escoria básica: rica en óxidos como CaO o MgO. Esta escoria no solo facilitaba la oxidación del carbono, sino que además retiraba impurezas como azufre y fósforo, atrapándolas en la fase líquida superior. 

Ese proceso no se quedaba ahí. Después venía lo que podríamos llamar una “triple

Para acceder al Blog PREMIUM, con todo los artículos completos y gratuitos, suscríbete.

En unos minutos, tendrás acceso gratuito al Nuevo Blog PREMIUM de Laboratorio de Forja.